viernes, abril 22, 2005

CAE EL DICTADOR A MANO DE FORAJIDOS

Que distinto es observar, una gran revolución, a kilómetros de distancia. La debilidad que se siente, al no poder ser testigo directo, es indescriptible; pero a pesar de la lejanía, pude escuchar minuto a minuto, los acontecimientos que con esperanza espero, ocasione el origen de la meditación y reflexión de todos quienes de una u otra manera actuamos dentro de este sistema político que pide a gritos un giro radical.

Primeramente, la sociedad civil recuerda a la clase política ecuatoriana, que su función principal es tomar decisiones apegadas a la voluntad y sentimiento de un pueblo, que demostró su cansancio e insatisfacción a la manera tan mediocre de manejar la política del Ecuador, país que necesita definitivamente trasladarse a su refundación, reconstitución y fortalecimiento democrático.

Las nuevas generaciones se han despertado y exigen una renovación completa de la clase política. Su voz de descontento ha sido escuchada a través de múltiples espacios políticos tanto formales como informales. Ahora los partidos políticos, con fuertes bases ideológicas, deben trabajar en su obligación de renovarse y tener conciencia de que su principal labor, es ser el puente de todas las necesidades de quienes cada cierto tiempo emiten obligatoriamente su voto en las urnas.

Estamos ante un peligro inminente, el rechazo y la indignación hacia los partidos puede generar una fuerte debilidad de las instituciones democráticas; “no existe democracia sin partidos”, recordemos lo terrible que fue dejar en manos incapaces e ignorantes los destinos de un país.

Ahora la sociedad civil, organizada y apoyada por espacios no partidistas importantes, manejados por jóvenes colmados de grandes intenciones y plausibles objetivos, deben involucrarse conjuntamente por la transformación interna de los partidos políticos para que asuma nueva sangre, la que si existe en las bases partidistas, que aporte positivamente a la gobernabilidad y al mejoramiento de la calidad de nuestra democracia.

Por estas y muchas razones más, grito ¡GRACIAS QUITEÑOS FORAJIDOS¡ por originar nuevas esperanzas para el rescate de un país muy enfermo y contagiado por el virus de la corrupción y la inoperancia. Estoy seguro que en las próximas elecciones, la conciencia del voto cambiará, y tendremos verdaderos representantes respetuosos del Estado del Derecho.

Javier Orti