viernes, octubre 21, 2022

Sistema de Partidos en el Ecuador ¿Un patio de autos?


 

En pleno proceso de inscripción de candidatos, para las elecciones seccionales del 2023, se van identificando causas que contribuyen a aquella bola de nieve que implica la crisis del sistema de partidos ecuatoriano. Las últimas reformas al Código de la Democracia, y su aplicación en cuanto al cumplimiento de la participación tanto de mujeres como jóvenes, develan la fragilidad de las estructuras partidistas con respecto a la identificación y formación de nuevos actores políticos.

El surgimiento candidatos sin partidos, autodenominados “representantes de la ciudadanía” o inclusive “actores apolíticos”, con el discurso de que “las ideologías ya no existen”, coadyuban a la idea, de que la poca credibilidad que estas instituciones democráticas poseen es utilizada como un argumento para subestimar su accionar o peor aún su legitimidad.

Para optar por una candidatura, actualmente no es requisito ser afiliado o adherente de una organización política. Es más fácil, autodenominarse precandidato e invitar a los partidos y movimientos a realizar alianzas sin ninguna consistencia ideológica alrededor de un proyecto netamente personalista. Para entender este fenómeno, propongo la metáfora del patio de autos.

Para llegar al poder, si el precandidato no es afiliado a un partido, necesita el auspicio de una o varias organizaciones políticas, las cuales lo transportarían a su objetivo. De nada valen, las ideologías, estatutos, declaraciones de principios o cualquier pensamiento de fondo, lo único que, legalmente sirve es el número o registro.

Por lo tanto, el sistema de partidos ecuatoriano no es más que un patio de autos, donde el precandidato escoge el móvil que lo llevará al cargo que pretenda, sin necesidad de tener un vínculo con este medio, simplemente lo toma prestado, lo compra o alquila, con tal que le sirva para cumplir con su meta.

Pero ¿En que fallaron los partidos y movimientos políticos, para ser tratados así? La respuesta es simple. Sin el ánimo de generalizar, la falta de construcción de procesos internos reales de participación, formación y capacitación de cuadros políticos. Esta carencia se origina, por tener organizaciones políticas que únicamente funcionan en procesos electorales y no responden a una lógica de trabajo permanente.

No es suficiente insertar cuotas de jóvenes y mujeres para garantizar su participación. Es necesario crear condiciones, al interior de las organizaciones políticas, para que se debatan propuestas, ideas y proyectos consistentes. De estos procesos saldrán candidatos alejados de la improvisación, dotados de una formación integral compuesta de tres dimensiones, una de fondo donde posean contenido teórico e ideológica, otra de forma en la que dispongan de herramientas comunicacionales para el manejo de imagen y finalmente una de gestión en la que profundicen en la gestión y administración pública.

Es imposible construir una democracia plena con un sistema de partidos frágil o débil. Donde los proyectos personalistas estén por encima de los colectivos y así se alimenten espacios más proclives a la corrupción. La ideología no puede morir, porque significa la esencia en la estructuración y ejecución de cualquier modelo de gestión. Aspirar a un cargo de elección popular engañando al electorado, afirmando no ser político o peor aún criticando a los partidos, no es correcto, es incoherente y populista.